Resumen:
Mediante una reflexión desde la psicología evolucionista, se plantean las
diferentes estrategias en la elección de pareja, pasando de la parte biológica
a la parte cultural, como sucede en los casos de parejas jóvenes con hombres o
mujeres maduros.
En el 2009, se estrenó la serie de televisión familia
moderna, en donde muestran la estructura y funcionamiento de tres familias
estadounidenses. Una de ellas es la familia de Gloria y Jay, es un matrimonio compuesto
por una mujer joven y un hombre maduro. Si bien es cierto que las distancias y
asimetrías en las relaciones de pareja separan a sus miembros tarde o temprano,
cualquier variable podría marcar distancia en el afianzamiento, continuidad o
ruptura de la misma.
La complejidad en la composición de las parejas las
hace únicas y al mismo tiempo iguales en tanto que las parejas felices e
infelices también tienen aspectos parecidos en lo funcional y en lo
disfuncional.
El conocimiento de las neurociencias nos permiten
precisar que el amor se encuentra en el cerebro (neocortex), aquí se encuentra
el lugar del pensamiento. Si, en la estructura límbica, el amor es placer y
deseo sexual, su conexión con el neocortex hace que además aparezcan
sentimientos y deseos de compromiso para establecer los vínculos familiares o
afectivos.
Por otro lado, algunas de las variables que unen en un
primer momento a las parejas son: los instintos, las diferencias, las personas
que nos resultan extrañas o misteriosas, el misterio se asocia a la novedad y
la novedad al neurotransmisor del amor la dopamina, las semejanzas, el trato
continuo, las relaciones prohibidas, los obstáculos en la relación (efecto Romeo
y Julieta), la belleza o atracción física, la equidad, la proximidad, la
interacción, la simple exposición, la complementariedad, la compañía, la
pasión, el erotismo, el deseo de compromiso, la idealización, las fantasías, la
amistad, la intimidad, el olor del otro, los parcialismos, nuestras necesidades:
sociales, espirituales, afectivas, económicas, de personalidad, el propósito de
formar posteriormente una familia, el sentirnos solos, o incluso la edad. No es lo mismo, el hecho de encontrar pareja a los 30, que a los 40, o los 50, nuestro cerebro toma decisiones de manera inconsciente.
Cada vez es más común ver a parejas que no coinciden
cronológicamente, sino emocionalmente. Cada relación es única e irrepetible y
cada una de ellas tiene puntos a favor y en contra como cualquier otra.
Algunos especialistas señalan que en ambos se
presentan necesidades psicológicas de las cuales no se tienen consciencia. Han
señalado por ejemplo, el hecho “de buscar en el otro la satisfacción de las
necesidades propias”, pero esto se presenta en casi todas las parejas: “que el
otro me haga feliz”.
Ambas parejas tienen en común que el atractivo físico
y la atracción sexual no es lo fundamental.
En contra para ambos, es que la sociedad aún no rompe
los tabúes de ver a una mujer joven y a un hombre maduro. Y, es más
estigmatizado ver a las mujeres mayores con hombres jóvenes.
En contra para ambos, es que algunos especialistas las describen como relaciones de Edipo (conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta respecto a sus padres) o de Electra no resueltas. O sea que ambos presentarían necesidades psicológicas no resueltas, en donde vemos en la pareja al padre o a la madre que nos hizo falta en la infancia. Sin embargo, podría ser solo un mito dado que como cualquier pareja pueden hacer sinergia para crecer y compartir metas comunes y actuar de manera más independiente como cualquier otra pareja.
Los ciclos de convivencia pueden ir de los 4 a los 7 años, para continuar o terminar el vínculo.
En contra para ambos, es que algunos especialistas las describen como relaciones de Edipo (conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta respecto a sus padres) o de Electra no resueltas. O sea que ambos presentarían necesidades psicológicas no resueltas, en donde vemos en la pareja al padre o a la madre que nos hizo falta en la infancia. Sin embargo, podría ser solo un mito dado que como cualquier pareja pueden hacer sinergia para crecer y compartir metas comunes y actuar de manera más independiente como cualquier otra pareja.
Los ciclos de convivencia pueden ir de los 4 a los 7 años, para continuar o terminar el vínculo.
Las parejas jóvenes ven en la pareja mayor:
personalidad, sabiduría o superioridad cultural, poder, experiencia, protección
y seguridad. Influyen también en el rejuvenecimiento de la pareja o
aseñorándose no en el sentido negativo, sino aprovechando la madurez de la otra
persona para entender su entorno. El enamoramiento femenino generalmente tiende
más a la fusión que a la pasión masculina.
Las parejas maduras ven en la pareja más joven: más
que la atracción del puro terreno sexual, compartir lo emocional, los logros y proyectos
de vida. Es importante destacar que en el mundo de la evolución en la elección
de pareja todo lo que hacemos está hecho por y para ellas. Y, en función de
cómo actuamos con ellas podemos ser desechados o elegidos.
Estas uniones tienden a fracasar si el vínculo de
apego es solo el sexo o el paternalismo a través de la protección de la otra
persona y no se presenta el crecimiento de ambos en las áreas en donde se conocieron
o no construyen nuevos proyectos juntos. Sin embargo, eso también sucede en
parejas sin diferencia de edades.
Desde nuestro punto de vista, el éxito de este tipo de
relaciones es tener una actitud positiva hacia la otra persona y entender que
el proceso cronológico de vida es distinto en ambos y si las necesidades
psicológicas las cargan y resuelven cada uno de los miembros, la relación podrá
vivirse plenamente con estos considerandos.
Una
relación de esta naturaleza, más que obedecer a patrones biológicos de
supervivencia de la especie (apareamiento, renovación mejorada y mejorable de
la especie y reproducción) se debe a la cultura, que es en términos evolutivos
todo aquello que no hacemos por instinto, todo aquello que tenemos que aprender
(ir a la escuela, leer, escuchar música o comprar ropa). Aunque en algunos
casos existe la posibilidad de traer descendencia también.
Sin embargo, es muy importante resaltar que generalmente: “ellas son las que terminan eligiendo”. Y, su escala no necesariamente contempla los rasgos instintivos considerando rasgos simétricos de belleza física, sino toman en cuenta aspectos relacionados con la cultura como el comportamiento, la experiencia, ser buen amante, trabajador, inteligente, tener hábitos de salud sanos, ser simpático y con buen humor, entre otras características suman en la posibilidad de emparejarse.
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